martes, 18 de noviembre de 2008

Castidad y heterosexualidad

Venía yo de comer una sopa de marisco de las que te dejan buen sabor de boca hasta las ocho de la tarde cuando me han enviado un mail con una noticia que me cortó la digestión. (Gracias cariño, no te lo tendré en cuenta)

Después de meses escuchando que Espe o "la Espe" está privatizando la sanidad en Madrid ahora podemos leer esto: "Un hospital público receta castidad en vez de condones frente al sida"

A menos de quince días del 1 de diciembre nos encontramos con que a día de hoy el hospital Carlos III o para ser exactos, algunos de los médicos de enfermedades contagiosas de dicho hospital reparten una guía que habla de "amor verdadero" de castidad y de la alteración conductual de los homosexuales.

Soy una alterada conductual que no quiere practicar la castidad porque no es sana para mi mente trastornada. Soy una mujer que piensa que lo importante es la educación sexual para evitar contagios, para evitar embarazos no deseados y abortos porque el sexo es parte de la vida y nos ayuda a crecer y a madurar.
Pero claro, desde mi bisexualidad seguro que a muchos médicos de los que colaboran o trabajan en la Fundación Investigación y Educación en Sida (IES), me pondrían como ejemplo de carne de cañón en su guía. Porque para ellos yo abortaré, me contagiaré y además sufriré trastornos psicológicos hasta el fin de mis días, que serán pocos por promiscua y casquivana.

Desde mi ignorancia pensaba que los hospitales y más los de la sanidad pública estaban para atender a los enfermos no para dar lecciones de moral gratuita y manida desde tiempos del apóstol Pedro. Creía que los médicos examinaban y curaban, que eran objetivos y no podían, o debían, dejarse llevar por sentimientos que nada tienen que ver con la enfermedad, como es la orientación sexual del paciente.

Y nada de masturbarse, que se te caen las uñas, el pelo y te quedas ciega, o lo que es peor, deterioras la grandeza de la sexualidad humana.

Pero bueno, como la excepción confirma la regla... voy a presentarme en la puerta del hospital Carlos III, voy a preguntar por el "encargao" de la guía de Adolescentes frente al sida y voy a pedirle que me examine porque un especimen como yo, que no soy hetero y que "promiscuí" como jamás se ha "promiscueado", ha logrado superar la adolescencia y sin ninguna enfermedad mental, todo lo más un catarro mal curado.

Todo sea por la ciencia.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Siento lo de tu sopa...te compensaré.jajjaja
Que decir...me voy contigo en busca del "encargao",a explicarle un par de "cosillas".

Andrés Ruiz Cazalla dijo...

A ver, es que la masturbación esta muy mal. Que dios te ha dado una macetita para que planten una semillita y crezca una flor llena de vida. No se puede ir desperdiciando la gloria del señor por ahi y menos en obtener placer egoista. Válgame el señor, que pecadores, qué pecadores.

Y ni se te ocurra pensar que esos santos médicos tienen, precisamente, el puesto de encargados por pensar como piensan. Uy, eso sería como pensar que la jerarquía eclesiástica está entre el hombre y Dios para requisarle al primero su cartera cuando vaya a ver al segundo. O como pensar que lo del chivo expiatorio que venía en la Biblia lo han cogido como ejemplo conductual y que ahora están reproduciéndolo atacando a quien creen que no se va a defender. O menos aún se te vaya a ocurrir pensar (ni decir) que cuando alguien con poder encuentra un enemigo de todos, los todos se unen bajo su mando.

Por Dios, se empieza pensando eso y se acaba pensando que a más de uno en el Vaticano le gustaría tener una polla entre sus fauces.

Y eso... ¡es pecado! Es pecado pensarlo, y sería pecado si fuera verdad.

Podemos implosionar las bombas que explosionaron, coser las cabezas a los cuellos..., ¡deshagamos la obra de 1789! ¿Separación iglesia-Estado? La misma idea en si ya es pecaminosa...

Castidad, qué bonita palabra.