Como cada fin de semana en el que creo que no voy a hacer nada más que leer y relajarme, al final se acaban alineando los astros para que nada sea lo que había pensado.
Mi idea inicial era empezarme la tercera entrega de Stieg Larsson. Me apetecía mucho saber lo que le pasa a la buena de Lisbeth Salander y al final no le quité ni el plástico protector al libro.
El sábado quedé con mi costilla para finiquitar el tema del alquiler de su antigua morada con el casero más repugnante que me topé en mi vida. No sólo por el peluquín que le hace parecer más calvo de lo que es, sino porque es de estos tipos que se creen que por tener un colgajo entre las piernas ya merecen más respeto que una y además, es que el tío pretende dar pena y todo. Sin comentarios.
El caso es que después del trago del casero nos fuimos a tomar un vino a un sitio genial que hay en Gijón y donde se come que te mueres: La Bodega Fantástica. Y empezamos con un vino y a darle a la lengua con Jose e Irene (cocinero estupendo y fantástica
camarera decoratriz). Y hablando hablando nos invitaron a comer. Cuando digo que son encantadores... Así que tras dar buena cuenta de un arroz con boletus y calamar que estaba de impresión, nos salimos a la calle a echar un partidillo de
voley extremo. Esta modalidad deportiva se juega en mitad de la calle y esquivando coches.
Y en ese momento conseguí lesionarme lo suficiente para tener ahora mismo la mano morada. Bueno, más que morada tiene todas las tonalidades que existen entre el
marrónoscurocasinegro y el
amarilloictericia.
Después de eso seguimos con la tontería hasta la hora de la cena. Comimos de nuevo como señoras y pa casina que eran las tres de la madrugada.
El domingo por la mañanita me desperté llena de nervios porque me iba a comer a casa de una bloguera con unas cuantas más. Que estrés oiga. Me pasé parte de la mañana pensando en lo que iba a ponerme, si cambiarme de look para hacerme la interesante o si ir de natural de la muerte que es lo que mejor se me da. Así que... al final lo que conseguí yendo con chanclas y unos piratas fue acabar con los pies tan negros que podría haber germinado lentejas entre los dedos. (Si es que... quien me manda andar descalza por ahí)
Llegamos a León y allí estaban las anfitrionas con otras dos mujeres. A una no la conocía de nada, pero la otra... me era conocida. Será de la tele?, será de la última peli de Tarantino? será de alguna serie de éxito? No, era una blogera. Famosa en casi el mundo entero por su blog. Está en el listado de la derecha por si quereis buscarla y echarle un vistazo a lo que cuenta aunque estoy segura de que ya sabeis quien es.
Pues eso, que nada más llegar nos dimos un paseo por la finca, caminamos entre la hierba hasta la presa. Que no es una señora en la cárcel sino un canal de regadío que delimita las fincas de la zona. Ibamos con la idea de darnos un baño , pero la verdad es que sólo cubría por poco más arriba del tobillo y como ya nos habíamos duchado por la mañana (que semos mu relimpias) pues lo de hacer un
polaco pues como que no nos apetecía mucho. Además la piscina no está todavía utilizable, pero tenemos la promesa de las anfitrionas de arreglarla en cuanto terminen con la casa. La están haciendo ellas y es un currazo enoooorme.
Nos sentamos debajo de una de las
nosécuantas carpas que compraron nuestras anfitrionas para celebrar su boda el año pasado y hablamos de nuestras respectivas tierras, de lo que hacemos los domingos a la hora del vermut, de las fiestas de prao y empezamos a planear otra para más adelante, esta vez en Asturias. Y todo esto sin empezar a comer y medio ahumadas porque, a pesar de lo enorme que es la finca, estábamos pegadas a la parrilla y ya se sabe eso de que el humo va a las guapas.
Empezaron a sacar chuletas, chorizos a las parrilla, croquetas estupendas, ensaladas originales (me quedé con los ingredientes para hacerla en casa), bebimos sidra y más sidra, hablamos de lo divino y de lo humano. Soltamos toda clase de burradas por nuestras lindas bocas y sólo nos faltó bailar debajo de los chopos de la casa. Nos comimos como medio kilo de frixuelos y nos embadurnamos un poco de chocolate. Que invento el de los frixuelos con sirope.
La conclusión a la que llegamos es que hay que repetirlo muchas más veces.
Espero que nuestra blogera estrella llegara a casa de una pieza porque nada más salir de casa de nuestras anfitrionas ya se fue en dirección contraria. Que despiste!! Ja ja ja ja.
Y como avance... esperamos que pronto tengamos una blogera más. La animamos todas porque es una tía brillante y divertidísima.
Y eso ha sido todo. Bueno todo no, que me regalaron una pamela naranja butano y estoy encantaaaaaadaaaaaaaa.