miércoles, 18 de febrero de 2009

Simplemente Margot

Vale, no he recibido miles de peticiones para que siguiera con la historia, pero es que este blog tampoco tiene miles de visitas, así que, como soy una chica fácil, voy a continuar con la historia donde la dejé, con el teléfono de Margot en el bolsillo montada en el buho camino de casa.

Pensaréis que el papelito fue a la lavadora dentro de los vaqueros. No, no disimuleis que una ya me lo dijo. (Pues sí que hay alguien que me lee). No fue así, dejad que os cuente.

Llegué a casa un pelín chuza después de la noche de juerga. Y es que no soy de piedra y lo de beber con y sin moderación es algo que llevo haciendo mucho tiempo. Me desvestí me metí en la cama y me puse a pensar en lo que había acontecido en aquella discoteca bajo las luces parpadeantes y rodeada de mis colegas en aquella Rueda del Amor infernal. Bueno, había sido un beso. Nada más, para qué darle más vueltas.
Ya sabía desde hacía un tiempo que mi cuello podía volverse accionado por un resorte cuando veía a un tío bueno y que también lo hacía si era una mujer de impresión. Para que negarlo, Margot estaba muy buena. Rubia ella, muy rubia, con ojos verdes, el pelo liso y largo y unas tetas... Lo dicho, que estaba tremenda.

Pasó la semana sin pena ni gloria y el viernes me llamó mi ex-chaval para quedar y salir por ahí con él y su nuevo amante macizo. La verdad es que no tenía ganas así que me quedé por el barrio con otros amiguitos que nada tenían que ver con aquel glamour de las noches por el centro de Madrid.

El sábado, cuando estaba yo en lo mejor de mi siesta post-vermout, me despierta mi madre para decirme que me llama mi amigo el raro ese que no ha venido nunca por casa. Y es que a mi santa madre siempre le gustó conocer a mis amiguitos y eso de que uno no apareciera a buscarme y que ella no lo tuviera ubicado no le hacía nada de gracia.

Jo: ¿Sí?
Ex-chaval: Nena, vístete, ponte rímel y corriendo para casa que tengo que contarte.
Jo: Estoy durmiendo la siesta.
Ex-chaval: Ya la dormirás mañana. Tengo un exclusiva. Trae unas pastas para el café.

Y me colgó, siempre hacía lo mismo, para no escuchar una negativa a sus planes él colgaba el teléfono y te dejaba la respuesta en la boca.
Después de escuchar la charla de mi madre porque: "esto no parece una casa sino la pensión de la Jacinta en Chamberí", salí por la puerta recién duchada pero sin rímmel ni gloss encima.
La exclusiva era que Margot venía de camino porque se había autoinvitado al saber que los sábados por la tarde solíamos tener sesión de cine antes de salir por ahí.

- Y tú hecha un trapillo. ¿Y el rimmel? Señor, por qué serás tan poco "glamurosa". (Todavía me pregunto como no me di cuenta al primer segundo de que este chaval y yo no íbamos a durar ni un asalto)
Tengo que agradecer que todavía no le diera por hacer performances y shows en vivo y en directo imitando a Rafaella Carrá y a Cher, porque sino aquella tarde hubiera acabado vestida de lamé esperando a Margot. (Ja, ja, ja, ja. Margot, Godot.... ¿No os hace gracia?)

Y apareció puntual, monísima como siempre. ¡Que narices! Tremenda, estupenda...

Margot: No me llamaste.
Jo: Si te digo que el papel con tu número fue a la lavadora... (mentira cochina, estaba metido en el cajón de mi mesa, donde lo dejé porque no me apetecía llamarla... en ese momento)
Margot: Ay! Que cabeza tienes! Preciosa por cierto.

Y ahí me teneis, colorada como sólo yo me sé poner, con un minicroissant en la mano y la taza de café en la otra. Haciendo esfuerzos sobrehumanos por no ponerme a sudar y pensando... A este cabrón lo mato!!!

Al final ni peli ni nada, nos comimos las pastas, tomamos café y nos lanzamos a la calle, camino del metro para terminar la tarde en Chueca City. Mi ex-chaval había quedado con el macizo en la plaza para aprovechar el buen tiempo y las terracitas que tanto juego daban a unos tan divinos como ellos. Yo era más de cerveza en cualquier lado donde no diera el sol. (No por nada sino porque se calienta. Bueno y porque nunca me consideré divina)

Charlamos de cualquier cosa y descubrí, gratamente, que Margot no sólo estaba buena sino que además era inteligente, había leido y daba gusto mantener una conversación con ella. Mis alarmas se activaron, yo creo que nunca tuve un "radar-caza-bollos" de esos, pero que alguien me parezca intelectualmente interesante es que me pone... Y conste para aquellos y aquellas que quieran optar a mi "ponimiento" que es fácil, no busco genios.

Unas cervecitas, otras cervecitas, dejamos las terrazas y empezamos a movernos por el interior de los garitos que plagaban esas calles.
Un baile, dos bailes, tres bailes, un muerdo, cuatro bailes, la lengua en la oreja, cinco bailes, ¿de dónde saca esta mujer tanta lengua?, seis bailes, una copa para la deshidratación, siete bailes, ¡ay que mala me estoy poniendo!, ocho bailes, de verdad que no puedo, que no llevo el bote de las lentillas y me las tengo que quitar, nueve bailes, te lo prometo que otro día sí, diez bailes...


Sí. En esta historia hay sexo, no hemos llegado todavía, pero... llegará. Así que os doy la oportunidad de que me volvais a pedir que continúe.

Ah, y como primicia os adelanto. Me he apuntado al gimnasio!!!
No, no aplaudais, yo también soy consciente de que me hace falta ponerme un poco a plan. No, no me vais a convencer de que estoy muy bien así.
Hoy empiezo.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

ayyyyyy! cuándo aprenderás a llevarte el dichoso botecito de las lentillas!
Nena qué esto es como un tampax,nunca se sabe,hay que llevarlo siempre a mano!
Con lo que parece prometer esa lengua....quiero más!

yosune dijo...

jajajajaja¡¡¡
ahhh ese gimnasio que te va a matar¡¡¡

a ver cuando sigue lo de Margot que nos dejas en la parte del sexo tia¡¡¡ ya te vale¡¡¡

preguntale a tiaisi que paso con su blog que no puedo entrar y pa un día que tengo tiempo...

alaaaaa a arrascalaaaaa