No hizo sol, al menos en la costa. La bruma entraba desde el mar cubriendo el cielo y... no fui a la playa. En Donosti estaban bañándose y todo y aquí nublado.
Pero no voy a pensar en ello. Ya tengo la experiencia suficiente de años y años para saber que los fines de semana, sobre todo cuando yo tengo todo el tiempo libre del mundo, llueve. Y de lunes a viernes, mientras estoy currando, un sol de espatarrar. Es mi sino.
De todas maneras no todo iba a ser malo. El domingo por la mañana, nos pusimos nuestras mejores galas (más mona iba yo con el vestidín de flores) y nos fuimos a dar un homenaje a Lastres, el pueblo donde rodaron la serie del doctor Mateo. Un poco antes de llegar hay un restaurante donde se come espectacularmente. Me lo habían recomendado hacía tiempo, pero no habíamos ido nunca. Así que allá que nos fuimos mi costilla y yo a dar buena cuenta del pescado que llega al puerto. Fresquísimo, oiga.
Después de comer y bebernos una botella de albariño nos fuimos a tomar café a un chiringo que hay en la playa de la Griega, estaba nublado, se oían los truenos a los lejos, pero lo bien que se estaba allí sentadas mirando al mar...
Porque el domingo fue un día muy marítimo. De la Griega nos fuimos cuando empezó a llover demasiado para seguir sentadas en la terraza disimulando como si no nos mojásemos. Y de ahí nos fuimos a casa a cambiarnos porque a la pobre le estaban matando los zapatos nuevos y volvimos al coche con idea de darnos una vuelta por el Cabo Peñas. (Conste que el super vestido de flores se quedó en casa y no es que fuera desnuda, es que me puse los piratas que son la mar de cómodos).
Como estaba muy nublado y no se iba a ver nada desde el faro nos fuimos a la playa de Verdicio, que está al lado y es preciosa. Todo verde, acantilados verdes y al fondo la arena amarilla. Además había unas olas... El caso es que nos tomamos una cervecilla, nos comimos un paquete de pipas rancias (que malas estaban las jodías) y vimos la repetición de los dos primeros goles de la selección.
Y luego de vuelta a Gijón, cena en una sidrería del barrio donde nos comimos unas andaricas (nécoras para las profanas) que estaban estupendas y pa casina.
Vamos, que a pesar de la imposibilidad de ir a la playa, me lo monto estupendamente siempre que puedo.
A ver que toca la semana que viene.
Y si os di un poco de envidia... Pues lo siento (un poco sólo)
Definitivamente soy de tardes
Hace 1 semana