Fin de semana con agujetas... Ay!!!!

Tengo hambre. Esto no tiene nada que ver con el fin de semana, que anoche cené como es debido. Lo que pasa es que con el cambio del horario ya no puedo escaquearme a desayunar el café con pincho de todas las mañanas y a esta hora... pues como que tengo un hueco, un vacío en el estómago que hace que mis tripas resuenen.

Iba a contaros lo malo que es el deporte. Malísimo!

El viernes fui al gimnasio. He de decir, para que no penseis que soy una debilucha, que el día anterior había estado de sidras por ahí. Una caja (entre tres, conste), y andaba yo con un poco de resaquilla.

La tita y yo nos apuntamos a una clase nueva, algo que parecía gimnasia de mantenimiento pero con más marcha. Resumiendo, todavía me cuesta andar.
Como algunas sabreis, yo estaba haciendo full contact, deporte entretenido a más no poder si no estás sola en la clase, rodeada de tíos que se pegan entre ellos mientras tú te pegas con el espejo y no tienes a nadie al lado con quien comentar la jugada. A lo mejor es que soy más pacifica de lo que pensaba, pero lo cierto es que me aburría como una ostra y lo dejé.

El caso es que el viernes llego al gimnasio preparada y mentalizada de que iba a hacer una hora de ejercicio con pesas, steps y demás zarandajas deportivas. Yo toda de negro y con la camiseta ancha para que no se me noten las lorcillas esas que me adornan. Empezamos corriendo en la sala. Hacía un calor de narices, pero todo sea por el bikini y el verano...

Después de las carrerillas de rigor, que llevaba estupendamente, empezamos a darle duro. Tita llegó tarde porque le había costado mucho trabajo levantarse del sofá. A mí lo mismo, pero vivo más cerca.

Que si los brazos pa arriba, que si los brazos pa abajo, que si saltinos en el step, pierna pa arriba, sentadillas de la uno a la treinta y repetimos. Yo notaba el corazón tirando ya a desaforado, pero como soy muy galla y en mi juventud fui casi deportista de élite me dije: "Nena, esta clasecilla no va a poder contigo"

Me miro en el espejo y cada vez estoy más roja. Eso me suele pasar porque soy muy tímida, ja ja ja. Noto un pinchazo en el cuello. Mierda, primer aviso de infarto. A ver tose, Jo, tose, que dicen que así no se te para el corazón. Y yo tosiendo, ahogada y muerta.

La profesora, que en realidad era otra alumna haciendo una suplencia, me miraba con cara de... esta se muere. Pero como yo no paraba... pues siguió la mujer diciendo... 30 más, subid las rodillas, venga, uno, dos, tres,..... infinito.

Terminé la clase sentada en el step y mirando al resto como estiraba, yo luchando porque el aire me llegara a los pulmones. Fuimos al vestuario y me senté en un banco. Allí estuve 20 minutos mientras Tita, me traía un acuarius para que recuperara sales minerales mientras yo lo que quería recuperar era el control de mis extremidades que habían decidido temblar como locas y no hacer caso a mi cerebro.

De ahí me fui a casa. Al salir todavía tenía 120 pulsaciones y se suponía que ya debería haberme recuperado después de media hora.

La cosa es que tengo unas agujetas (abujetas para Batu) que no puedo moverme, ando como si tuviera una prótesis en cada articulación de mis piernas y me duele el brazo derecho mucho pero mucho.

Hoy tengo otra clase, pero... paso de ir, si andando ya parece que soy inútil... pues como que paso de que mis rodillas decidan no doblarse y me escoñe con el step. Que una tiene su dignidad.