El fútbol es asín.....

Esto de tener que poner títulos a las entradas es de lo más complicado. Más que nada porque muchas veces me siento delante del ordenador y ni siquiera sé de qué voy a escribir, simplemente tengo ganas de escuchar el sonido de las teclas cuando les pongo los dedos encima. No es que sea un virtuosa del tecleado, uso varios dedos pero no sé mecanografía ni nada que se le parezca, así que tengo que mirar con un ojo a la pantalla para ver lo que pongo y con el otro a las letras para no confundirme. Voy a acabar biroja perdida.

El caso es que acabo de pasar unos nervios del copón con el partido de Sporting y encima perdimos, estuve haciendo los deberes del curso de monoparentalidad que estoy haciendo y todavía no se me han caído los ojos, así que me decidí a seguir escribiendo.

Ahora estoy sentada en el sofá tomándome una cerveza y con Grissom de fondo resolviendo no sé que caso. Y mañana vuelta al curro.

Pero bueno, lo que quiero contaros no tiene nada que ver ni con el fútbol ni con CSI. El viernes me fui de farra, me dieron una muy mala noticia y aún así salí, quería olvidarme un poco de las cosas que no puedo cambiar por mucho que me concentre en el pensamiento positivo (ya sabeis que yo no soy de rezar).
Acabé subida a la barra del bar bailando mientras rezaba para mis adentros para no caerme porque estaba de lo más resbaladiza. Sigo viva y el descenso de la barra fue de lo más digno, vamos que no me maté.
Tuve una charla de lo más surrealista. Más que nada porque fue a tres bandas, no me dejaron meter baza y encima me llamaron idiota como cuarenta veces (con lo mal que me sienta) y encima casi tuve que darle las gracias a la interfecta.

Pero para eso están las amigas, ¿no?
El caso es que tras la charla no sé si las cosas van a ser diferentes o no, pero y la emoción de vivirlo???
Y es que esto de las relaciones personales dan para mucho. Para que te llamen de todo, para que te digan que te quieren y para acabar con una borrachera del quince.

Menos mal que desde el bar hasta casa hay como doscientos metros, porque si llego a pasar por delante de otro bar todavía estaría por ahí dándolo todo.
¡¡Cómo me gustan los viernes por la noche.!!

Ahora a ver que me depara la noche...