jueves, 8 de enero de 2009

Aprendiendo a odiar

Nunca pensé que podría odiar a alguien, sobre todo a alguien que ni siquiera conozco. Jamás creí que fuera capaz de desear el mal a otra persona como lo deseo en estos momentos y me entristece, de verdad que sí.

Desde hace unos días se me hace difícil abrir el periódico sin desear que un cataclismo, que una enfermedad incurable se lleve por delante a todos los soldados israelíes que están sembrando de muerte la ciudad de Gaza, a los dirigentes que lo ordenan y a todos aquellos que dan el beneplácito a los asesinos. Veo las imágenes que inundan las noticias, veo niños muertos, mujeres, hombres, civiles todos. Veo ataques a escuelas de Naciones Unidas donde se refugian los que perdieron sus casas por los bombardeos del ejército israelí. Es lo que veo, asesinatos que en cualquier otro país se tacharían de terrorismo.

Y no puedo evitar sentir odio, desear que algo tan horrible como el daño que están haciendo les ocurra a ellos mismos, a sus familias. Les deseo que lo pierdan todo, que no tengan un hogar al que regresar, que no tengan unos brazos que les reconforten en el dolor.

Yo no odiaba a nadie, siempre encontraba una razón para entender aunque no justificara los actos de los demás, pero ya no entiendo nada. El ejército israelí me ha enseñado a odiar, a desear el mal y la muerte.

Mientras tanto el resto del mundo mira lo que ocurre en Gaza y no hacen nada, no cortan sus relaciones comerciales con Israel, no mueven un dedo para terminar con esta masacre que está segando vidas como se corta la hierba, indiscriminadamente.

Ahora entiendo a los suicidas, a los que se atan cinco kilos de dinamita al cuerpo y vuelan un autobús. Porque no tienen nada, porque se lo han arrebatado todo, porque el único consuelo que les queda es devolver el mismo daño que están sufriendo.

Los judíos, víctimas del holocausto nazi, están repitiendo los mismos patrones, están asesinando de la misma manera a cientos de inocentes. Parece que se les olvidó lo que vivieron y ahora copian punto por punto lo que sufrieron, ellos que tendrían que saber mejor que nadie lo que es la muerte.

No puedo hacer más que salir a la calle a manifestar mi repulsa, no puedo hacer más que pedir a quienes nos gobiernan que corten las relaciones con Israel, con todo lo que sea judío, con todo lo que les siga enriqueciendo.

Sigo leyendo las noticias haciendo un esfuerzo por no odiarles, por no dejar que la rabia que me hacen sentir me domine, pero no puedo evitar seguir deseando que el pago a sus acciones sea como la ley del Talión: Ojo por ojo, diente por diente.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Y lo que nos queda...
LLevamos cincuenta años escuchándoles llorar por todo lo que sufrieron con el holocausto nazi,y aún así son peores que ellos!Por que la ONU no hace nada??Muy sencillo en las últimas votaciones la única abstención que hubo fué de EEUU, cómo no...
Es que aún nadie se ha dado cuenta que Israel es el estado nº 51?Porqué no se hace un bloqueo contra Israel?Por qué seguimos callados cuando cientos de niños y mujeres son masacrados cada día sin ningun pudor?Hay que luchar contra ellos y contra quienes los están protegiendo de la mejor forma que sabemos, con la voz!Volvamos a desempolvar las pancartas del BASTA YA! NO MÁS GUERRAS!!